Cuando abordamos la
rehabilitación cognitiva, es esencial entender los
mecanismos subyacentes que promueven cambios en el sistema nervioso,
los cuales facilitan modificaciones en la conducta. Dependiendo de la etapa de rehabilitación en la que nos encontremos, es crucial considerar principios fundamentales asociados a la
plasticidad cerebral, uno de los mecanismos clave en este proceso.
En la fase de planificación terapéutica, debemos considerar, al menos, los siguientes principios:
1.
Especificidad:
La naturaleza de la experiencia de entrenamiento determina el tipo de plasticidad inducida. Por ejemplo, las actividades motoras potencian la plasticidad de las áreas y conexiones neuronales responsables del sistema motor, así como las actividades relacionados con la percepción somestésica aquellas acordes a éstas, y etcétera. Por lo tanto, durante las fases iniciales del entrenamiento, es fundamental que los estímulos y contextos sean lo más similares posible a la tarea deseada.
2.
Interferencia:
La respuesta de la plasticidad a una experiencia puede afectar la adquisición de otras habilidades. Las experiencias son acumulativas, y el orden en que se introducen las tareas puede tener efectos retroactivos o proactivos en el aprendizaje. En las etapas iniciales, es recomendable evitar establecer múltiples objetivos simultáneamente que conlleven una alta saliencia atencional.
3. Saliencia:
Los estímulos deben ser suficientemente relevantes para inducir cambios plásticos. Es vital seleccionar estímulos que generen interés y sean significativos
para el individuo, lo que requiere un conocimiento profundo del paciente y su entorno.
4.
Temporalidad:
Los
tipos de plasticidad varían según el momento. Por ejemplo, una intervención de alta frecuencia en la fase aguda puede ser disruptiva, mientras que en la fase crónica podría ser beneficiosa. Es crucial respetar los tiempos de auto-organización endógena del cerebro
y saber cuándo comenzar a intervenir.
5. Edad:
Los efectos de la intervención difieren según la edad. Los cerebros jóvenes, por ejemplo, son altamente plásticos pero con redes de conectividad inestables, mientras que los cerebros de las personas mayores son menos susceptibles a la modificación a través de la experiencia y estables. Es importante tener esto en cuenta de cada a la modalidad de terapia.
En la fase de implementación terapéutica,
se deben tener en cuenta principios adicionales:
1. Úsalo o piérdelo:
La falta de uso de funciones cerebrales puede conducir a su deterioro. Es crucial realizar sesiones de recordatorio para mantener los aprendizajes previos.
2. Úsalo y mejóralo:
El entrenamiento enfocado en una función específica mejora esa habilidad. Los objetivos terapéuticos deben centrarse en aspectos funcionales y relevantes para la vida
del paciente.
3. Repetición:
La inducción de plasticidad requiere repetición suficiente, especialmente para aprendizajes procedimentales. Por ejemplo, algunos aprendizajes por condicionamiento clásico sólo requieren de un sólo ensayo para generar un aprendizaje y no es necesaria la repetición (p.e: el asco ante una comida que nos sentó mal). Es fundamental consolidar el aprendizaje mediante la repetición del estímulo.
4. Intensidad:
La plasticidad necesita un entrenamiento de intensidad adecuada, ya sea en términos de carga cognitiva, frecuencia, duración o número de repeticiones. La asignación de intensidad dependerá de diversos factores como la fase, el objetivo de aprendizaje, o las características de la persona (p.e: personales -tolerancia, fatigabilidad, perseverancia, etc-, sociables, económicas, geográficas, etc.).
5. Transferencia:
La plasticidad en respuesta a un entrenamiento puede facilitar la adquisición de habilidades similares, lo que justifica la aplicación de tratamientos con enfoques comunes para promover la generalización.
Por ejemplo, aprender a sentarme en una silla, aprender a usar cuchara, aprender a comer, aprender a cocinar., etc.
Estos principios se basan en adaptaciones de la literatura actual en neurociencia, específicamente de Solhberg et al. (2023)
y Kleim and Jones (2008), quienes ofrecen un marco invaluable para comprender y aplicar la plasticidad cerebral en la rehabilitación cognitiva.